La ciudad de Girona, dividida por el río Onyar, es un claro ejemplo de fusión entre legado histórico y modernidad. Su impresionante casco antiguo te transporta en el tiempo, a la vez que convive con locales y hoteles que ofrecen todas las comodidades al turista.
No importa si vas solo o acompañado, te encantará recorrer la muralla, las callejuelas del barrio judío, atravesar sus puentes, descansar en sus parques y plazas o asistir a alguno de los diversos festivales que se organizan durante el año.
Considerada una de las ciudades más románticas y con más encanto de España, tiene muchos rincones por descubrir que os enamorarán.
El núcleo histórico
El barrio antiguo de Girona, mayormente de estilo medieval y considerado Bien de Interés Cultural, es uno de los mejores conservados de Cataluña y la zona más turística de la ciudad. De hecho, es difícil destacar un lugar en concreto porque todo el conjunto arquitectónico es impresionante. Así que, fijaos bien en cada edificio y monumento porque están llenos de detalles artísticos.
En el siglo I a.C. los romanos construyeron lo que hoy se conoce como Força Vella, una gran fortaleza protegida por muros de piedra que permaneció intacta hasta la Edad Media.
Durante los siglos XI al XV surgieron barrios a su alrededor y se construyeron nuevas murallas, de la que aún pueden verse algunos tramos.
Fue en la Força Vella, en una posición elevada dominando la ciudad, donde se edificó uno de sus símbolos: la Catedral de Santa María. Su construcción duró tanto tiempo (ss. XI-XVIII) que en ella se pueden apreciar una evolución de estilos: románico, barroco y gótico.
El templo es famoso por poseer una nave de 23 metros, la más ancha del mundo después de la de la Basílica de San Pedro del Vaticano, y por la impresionante escalinata de 90 escalones.
Sin embargo, muchas parejas visitan la Catedral por lo que hay en su interior: la silla de Carlomagno.
Cuenta la leyenda que si una pareja se sienta en ella, se casará en menos de un año.
No podéis dejar pasar la oportunidad, aunque solo sea por presumir de haberos sentado en un trono del siglo XI.
Podéis complementar la visita en el Museo de Historia de Girona. Está ubicado en el antiguo convento de los frailes capuchinos de San Antonio que, además, conserva el claustro, la cisterna y el secadero, el lugar donde se disecaban los cuerpos de los frailes al morir.
Muy cerca de allí encontraréis el que fue el primer templo de Girona: la Basílica de Sant Feliu. Destaca por su elevado y esbelto campanario. Al igual que la Catedral, presenta tres estilos arquitectónicos. En su interior veréis ocho sarcófagos romanos y paleocristianos (ss. III y IV), descubiertos al empezar su construcción.
Pero lo más curioso de este lugar se encuentra a unos metros de distancia, a los pies de las escaleras de la iglesia. Se trata de la Columna de la Leona, una escultura del siglo XII a la que hay que besarle el trasero. Algo necesario si quieres vivir en Girona o volver a visitarla porque, según dice la leyenda, «no puede ser vecino de Girona quien no bese el culo a la leona».
Aún en el recinto de la Força Vella hallaréis otro de los lugares imprescindibles de Girona: el Call o Barrio Judío. Este laberinto de callejones empedrados parece haberse detenido en el tiempo. Su calle principal, la calle de la Força, fue el hogar de la mayoría de familias judías durante el siglo XII. Actualmente, está llena de locales y restaurantes con un encanto especial.
Si os adentráis en las calles aledañas descubriréis patios y rincones sorprendentes que aún conservan su carácter medieval. Además, podéis aumentar vuestros conocimientos sobre la historia de esta comunidad en Girona en el Museo de los Judíos.
A pesar de que solo se mantiene en pie parte del barrio, está considerado como una de las juderías mejor conservadas del mundo occidental.
Otro de los lugares emblemáticos del casco antiguo son los Baños Árabes, situados entre la Catedral y la Basílica de Sant Feliu. En realidad se trata de un edificio románico del siglo XII, aunque posee una estructura que imita el estilo árabe.
La entrada, que servía como sala de descanso y vestuario, es la parte más llamativa del complejo, compuesta por una cúpula central con columnas y capiteles ricamente ornamentados y una piscina de planta octogonal bajo ella. Desde la terraza se tienen unas bonitas vistas de los dos templos.
Y ya que estáis allí, es de visita obligada el Monasterio de San Pere de Galligants, situado a unos 100 metros de distancia. Este edificio, junto con la Capilla de San Nicolás, forman uno de los conjuntos románicos más importantes de Cataluña. Además, es una de las sedes del Museo Arqueológico de Cataluña, repleto de muestras halladas en los yacimientos gerundenses.
Si, entre tanta visita, buscáis desconectar un poco y relajaros, hay un lugar cerca del monasterio que os enamorará. El Jardín del Ángel es un lugar que pocos turistas conocen, ni siquiera la mayoría de los ciudadanos de Girona lo visitan a menudo. Es el lugar ideal para tener un momento de intimidad, rodeados de árboles, misterios y leyendas.
Aunque situado en otra parte de la ciudad, en el Parque de la Muralla, el Refugio Antiaéreo también pertenece al Museo de Historia, concretamente a la sección dedicada a la Guerra Civil Española. Fue de mucha utilidad para la población durante los bombardeos republicanos y tenía como particularidad ser el único que disponía de luz eléctrica. Adentrarse en él es vivir una experiencia impactante.
Desde el Parque de la Muralla podréis acceder fácilmente al Paseo Arqueológico y recorrer los tramos de muralla que aún quedan en pie. Es un paseo agradable entre vegetación y diversas edificaciones de piedra, como la Caserna dels Alemanys (pequeño cuartel que albergó durante un tiempo a soldados alemanes que defendían la ciudad durante la Guerra del Francés) o el Jardín de la Francesa, un rincón encantador ubicado detrás de la Catedral y que perteneció a Madame Matieu.
La muralla conserva diversas torres a las que podéis subir para disfrutar de una magnífica panorámica de la ciudad, especialmente si lo hacéis al atardecer, cuando os regalará una bonita puesta de sol.
Otro de los lugares que todo turista debería visitar es la Rambla de la Llibertat. Este espacio, paralelo al río Onyar, albergó el mercado en el siglo XIII y sigue siendo el núcleo comercial y del ocio de Girona.
A lo largo de su recorrido, contemplaréis varios edificios interesantes, como la Casa Norat, de estilo modernista; la Casa-Palacio Agullona, declarada Bien Cultural de Interés Nacional; o la Fontana d’Or, un edificio señorial con patio interior que combina el románico de la fachada con el estilo gótico del interior.
Sin embargo, es en la Iglesia de Sant Martí Sacosta donde encontraréis un lugar ideal para parejas. Elegido por muchas personas como el más romántico del país, se trata de un espacio enteramente medieval que destaca por sus escaleras barrocas. Y, en el centro de ellas, las mesas del restaurante Café Le Bistrot. Nada más romántico que una cena a la luz de las velas rodeados de historia en un enclave íntimo y acogedor.
Uno de los espacios más concurridos de la zona de la Rambla es la Plaça del Vi (plaza del Vino), y no solo por sus bares y terrazas sino porque alberga los edificios del Ayuntamiento y del Teatro Municipal.
Sin duda, pasear por la Rambla, entre arcadas y capiteles, es como viajar al pasado. Y, entre visita y visita, nada mejor que tomarse un merecido descanso disfrutando de un tentempié en alguno de sus muchos locales.
Puentes y casas de colores
Aunque el río Onyar separa el casco antiguo de Girona de su parte más nueva, ambas zonas permanecen unidas gracias a sus once puentes. Podéis cruzarlos todos, si os apetece, pero hay cuatro que no debéis dejar pasar:
El Puente de les Peixeteries Velles (puente de las Pescaderías Viejas) fue construido en 1877 por Gustave Eiffel, años antes de que diseñara su famosa torre parisina. De ahí que también sea conocido como Puente Eiffel o Puente de Hierro. Es de color rojo y totalmente peatonal.
El Puente de San Feliu es el más nuevo de todos, construido en 1995 en la zona norte y de uso exclusivamente peatonal. Situado al lado del Parque de la Devesa, ofrece unas buenas vistas del casco antiguo y de sus monumentos, sobretodo de noche, cuando se ilumina la fachada de la Catedral. Además, es el mejor lugar para contemplar la fauna del río.
El Puente de Gómez, o de la Princesa, está formado por un solo arco. Se construyó en 1916 y fue necesario derruir parte de la casa de Miguel Gómez, de ahí su nombre.
Es el puente más romántico de Girona. A muchas parejas les gusta cruzarlo de noche, bajo a tenue luz de las farolas y con el rumor del agua bajo sus pies.
También es conocido como Puente de los Candados, por la gran cantidad que cuelgan de los barrotes. Además, es lugar de culto de los fans de los libros de Federico Moccia, ya que en este puente se grabó una escena de la adaptación cinematográfica de la novela Tengo ganas de ti.
El más antiguo es el Puente de Piedra o Puente de Isabel II, el único de este material en Girona. Fue construido en 1850 en sustitución del puente medieval que existía. Consta de tres grandes arcos y es el escogido para los desfiles de diversas fiestas municipales, así como para colocar las paradas de artesanos.
Es, sin duda, el mejor mirador para observar y fotografiar las casas del río.
Precisamente, estas ofrecen una de las imágenes más emblemáticas de Girona. En un tramo de la ribera del río, casi tocando el agua, se elevan casas y edificios de vivos colores. De entre todas ellas destaca la Casa Masó, donde nació y vivió el arquitecto Rafael Masó i Valentí. De fachada blanca y ventanas azules, aún conserva el mobiliario y la decoración de la época. Podéis visitarla, ya que es la única abierta al público.
El mejor momento para admirar este espectáculo en todo su esplendor es por la tarde, cuando la luz del atardecer ilumina las fachadas realzando sus colores.
La otra Girona
Al cruzar el Puente de Piedra hacia la orilla izquierda del río, os encontraréis en el Barrio Mercadal, con sus numerosos comercios y tiendas artesanales.
Aquí hay dos lugares curiosos que merece la pena visitar: una heladería y un museo.
Rocambolesc es el local del original repostero Jordi Roca. Tan original que ha creado el helado caliente, un producto que os provocará todo un contraste de sensaciones. Pero también es curiosa su decoración, inspirada en la película Charlie y la fábrica de chocolate.
En cuanto al museo, si sois amantes del cine, os encantará. Se trata del Museo del Cine un espacio lúdico lleno de artilugios que está prohibido no tocar. El objetivo es que descubráis por vosotros mismos cómo se inventó el cine. Además, cuenta con muchos objetos de coleccionista que os sorprenderán.
En esta parte de la ciudad también existe una plaza muy concurrida: la Plaza de la Independencia. Fue construida a finales del siglo XIX con un estilo neoclásico y sobrio. Todo el perímetro es un porche con arcadas donde se ubican numerosos bares y restaurantes, con sus respectivas terrazas, que invitan a tomarse un descanso y un aperitivo. En el centro se eleva, desde 1894, el monumento dedicado a todos aquellos que defendieron la ciudad de la invasión francesa.
Girona cuenta con bastantes espacios naturales pensados para desconectar del día a día o para pasar un rato de relax con la pareja.
¿Qué os parece organizar un picnic romántico? El mejor lugar para ello es la denominada Playa de Girona. En realidad es una zona habilitada detrás del hospital Josep Trueta para pasar un día de campo, a orillas del río Ter. No está permitido el baño pero sí podéis remojaros los pies, pasear y perderos entre la vegetación.
Pero, sin duda, la zona verde por excelencia de Girona es La Devesa, el parque urbano más grane de Cataluña. Está situado entre los ríos Ter y Onyar, y plenamente integrado en la ciudad. Aún y así, es un buen lugar para cambiar de aires y relajarse. El parque cuenta con 2.500 plataneros centenarios, plantados en 1850, y unos jardines con un arroyo y diferentes especies vegetales.
En él podréis disfrutar, no solo de un largo y romántico paseo en medio de la naturaleza, sino de la compañía de unos inquilinos peculiares: los pavos reales.
Después de descubrir los monumentos de Girona, sus rincones secretos y con más encanto, sus jardines solitarios y las espectaculares panorámicas, es el momento de conocer la ciudad desde otra perspectiva: desde el aire.
Sorprended a vuestra pareja con un viaje en globo, seguro que será una experiencia que ninguno de los dos olvidará.
Siempre que visitas Girona, y a pesar de ser una gran ciudad, percibes un ambiente familiar en sus calles y en sus gentes que te hace olvidar que te encuentras en una capital de provincia. Es un sentimiento que enamora y el que, tarde o temprano, te hará volver.