Relajarse en playas doradas, descubrir lugares y edificios milenarios, recorrer el camino de ronda… Todo esto y más es lo que te ofrecerá Tarragona si decides organizar una escapada romántica con tu pareja.
Su situación a orillas del mar Mediterráneo y el buen clima del que goza durante todo el año son factores que convierten a Tarragona en un lugar muy atractivo. Por eso no sorprende que diferentes civilizaciones la escogieran para establecerse y convertirla, con los siglos, en un centro turístico muy valorado.
Además, su valioso patrimonio arquitectónico y cultural hará que vuestra visita sea muy especial. Para que no os perdáis ni un detalle de esta preciosa ciudad, os mostramos qué ver en Tarragona desde tres ángulos muy diferentes y, a la vez, conectados entre sí: la ciudad romana, la medieval y la modernista.
LA TARRAGONA ROMANA
Hace más de dos mil años los romanos construyeron en la actual Tarragona el primer asentamiento militar fuera de Italia. Gran parte del conjunto arquitectónico que construyeron ha perdurado hasta nuestros días y es tal su valor histórico que fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad hace casi veinte años.
Para tener una idea más clara de la estructura y grandiosidad de la ciudad romana, lo más aconsejable es que primero visitéis la maqueta que se encuentra en el Museo de Historia de Tarragona. Tiene una extensión de más de 21 m² y es una representación muy detallada de la Tarraco del siglo II d. C. Os sorprenderá su realismo.
Bien, ahora ya estáis preparados para visitar los monumentos más emblemáticos.
Anfiteatro
Es, sin duda, el edificio estrella de la ciudad y uno de los mejores conservados.
Construido junto al mar, tenía una capacidad para unos catorce mil espectadores y en él se celebraban espectáculos como las luchas de gladiadores y de fieras. También era el lugar donde se llevaban a cabo las ejecuciones públicas.
En un extremo de la arena podréis contemplar los restos de la iglesia medieval de Santa Maria del Miracle.
Es toda una experiencia sentarse en las gradas de piedra e imaginar ser un ciudadano romano. O simplemente podéis convertir la visita en algo muy romántico al contemplar juntos el mar al atardecer, con el horizonte al fondo.
Circo y Pretorio
El circo era el lugar en el que la población se divertía viendo las carreras de carros. Medía 325 m de longitud y se cree que tenía capacidad para treinta mil espectadores. La mayor parte de la estructura se encuentra enterrada bajo los edificios, pero una porción de la fachada y de la gradería están al descubierto.
El pretorio era una torre que conectaba la parte inferior de la ciudad con el Foro, a través de unas escaleras y de pasadizos subterráneos. Entre los siglos XII y XV fue la sede real de varios reyes de la Corona de Aragón. Finalmente, se convirtió en prisión.
Foro Provincial
Durante el siglo I d. C. los romanos dividieron la parte alta de la ciudad en tres terrazas escalonadas. En la zona inferior estaban situados el circo y el pretorio, mientras que en la superior se construyó el templo dedicado al emperador Augusto. Con el tiempo, se construyó encima la actual catedral, en cuyo claustro se conserva parte del pórtico del templo romano.
En la zona central se construyó el Foro, una plaza rodeada de edificios públicos, templos, comercios y estatuas. Era el centro de la vida social, política y religiosa de Tarraco.
Actualmente solo se conservan los restos de una basílica, que en tiempos del Imperio albergaba el tribunal de justicia. Si os fijáis bien, entre las ruinas podréis descubrir la antigua estructura de algunas calles y casas.
Parque Arqueológico
Este paseo hace un recorrido, de aproximadamente 1 km, por lo que queda de la muralla. Los romanos la edificaron durante el siglo II a. C., con una longitud de 3,5 km, y una envergadura de cuatro metros de ancho y seis de altura.
En la actualidad se conservan tres torres y se pueden distinguir las zonas que se reforzaron durante la Edad Moderna, a la que pertenecen los cañones de hierro que encontraréis en el recorrido.
El recinto alberga el Centro de Interpretación de la Muralla, donde se explica su historia, desde que se construyó hasta el siglo XVIII. Allí descubriréis que es la estructura romana más antigua que se conserva fuera de la península itálica.
El Paseo Arqueológico ofrece un bonito recorrido entre jardines y estatuas, como la de la loba alimentando a Rómulo y Remo, con la imponente murallas a un lado y espectaculares vistas de la ciudad al otro.
Si lo visitáis al atardecer disfrutaréis del juego de luces y sombras que produce el sol, creando una atmósfera muy íntima.
Acueducto de Les Ferreres
Uno no puede irse de Tarragona sin visitar los monumentos que completan la ruta romana y que se encuentran a las afueras de la ciudad.
El más destacado es el acueducto, también conocido como Pont del Diable (Puente del Diablo). Es el único que se mantiene en pie de los dos que abastecían de agua a Tarraco. Data del siglo I d.C. y de sus 15 km originales apenas se conservan doscientos metros. Mide casi 30 m de alto y lo encontraréis a 4 km de Tarragona, al lado de la autopista.
Forma parte del Parque Ecohistórico del Pont del Diable, una zona boscosa considerada el pulmón de la ciudad y donde muchos ciudadanos acuden a pasear o hacer ejercicio.
El parque engloba los jardines románticos de los hermanos Puig i Valls que, además de ofreceros cierta intimidad, contiene rincones escondidos de gran belleza natural.
Pero si queréis descubrir la auténtica magia del lugar, nada mejor que realizar una visita guiada en una noche de luna llena. La luz que proyecta el satélite iluminando las piedras del acueducto, creando sombras en los jardines y con los sonidos de las aves nocturnas de fondo, dará a vuestra visita un toque romántico difícil de olvidar.
Torre de los Escipiones y Cantera del Mèdol
A unos 6 km de Tarragona podréis visitar una de las canteras de las que los romanos extrajeron gran parte de los materiales con los que construyeron monumentos y edificios. Incluso se puede observar el sistema que utilizaron para extraer los bloques de piedra.
A la misma distancia, y situada sobre la antigua Vía Augusta, está la Torre de los Escipiones. Se trata de un monumento funerario del siglo I d. C.
Siguiendo la misma Vía, que hoy en día coincide con la carretera N-340, y a unos 16 km de Tarragona, se encuentra el Arco de Berá, un monumento construido a finales del siglo I d. C. en honor al emperador Augusto.
Si queréis vivir una experiencia única, os recomendamos asistir al festival cultural Tarraco Viva. En cada certamen se organizan conferencias, talleres y exposiciones en lugares como las murallas, el circo, el acueducto o el anfiteatro. Os adentraréis en el día a día de los romanos, con escenificaciones de cómo era su vida cotidiana e, incluso, podréis disfrutar de las luchas de gladiadores. Todo un espectáculo que no os podéis perder.
LA TARRAGONA MEDIEVAL
Después de la conquista árabe de Tarraco, la ciudad cayó en la decadencia y el abandono. Hubo que esperar hasta el siglo XII para restaurarla. Poco a poco se ocupó la zona del Foro y se construyeron nuevos edificios sobre la ciudad romana. En algunos casos se aprovecharon los ya existentes, como en el caso del Pretorio.
Al pasear por la parte alta de la ciudad se puede observar la fusión de los dos periodos y es inevitable caminar por esas calles empedradas y no sentirse invadido por una oleada de historia.
Catedral de Santa Tecla
Se empezó a construir en el siglo XII sobre el templo romano, pero no se consagró hasta 1331 debido a los retrasos que causó la Peste Negra.
Predomina el estilo románico, aunque presenta elementos góticos, como el campanario. Sus partes más destacables son la portalada y el gran rosetón de la fachada principal.
Si entráis en el claustro, podréis visitar el Museo Diocesano, muy admirado no solo por el retablo de Santa Tecla, sino por la importante colección de obras de arte de tipo religioso medieval que contiene: monedas, esculturas, textiles, cerámica, forja, etc.
El Pla de la Seu
Es la zona situada junto a la catedral y la que mejor conserva el ambiente medieval. En ella se encuentran algunas casas góticas, como la Casa Balcells. Su estado de conservación es tan bueno que podréis descubrir cómo eran las diferentes estancias e imaginar cómo vivía la gente de la época.
El Castillo del Rey
El Pretorio, residencia del gobernador provincial romano, se convirtió en una torre de defensa. Más tarde, formó parte de las dependencias palaciegas de los reyes de la Corona de Aragón para, finalmente, acabar siendo un almacén de material bélico en el siglo XVI.
Hoy se conserva parte de la fachada y algunas salas en las que se exponen utensilios medievales.
Desde lo alto de la torre podréis contemplar una de las vistas panorámicas más bonitas de Tarragona.
Otros edificios medievales
Diseminados por la ciudad, podréis encontrar varios edificios religiosos de estilo románico y gótico. Uno de ellos es la iglesia de Santa Maria del Miracle. Se construyó sobre la basílica paleocristiana que, a su vez, se había levantado sobre la arena del anfiteatro. Fue reconvertido en prisión en el siglo XVIII.
Por otro lado, la iglesia de San Lorenzo (s. XIV) es la única construcción religiosa enteramente gótica que se conserva en la ciudad.
LA TARRAGONA MODERNISTA
A mediados del siglo XIX, Tarragona empezó a expandirse fuera de las murallas. Sin dejar de lado su pasado imperial, se proyectaron las nuevas calles que formarían el ensanche, se construyeron edificios nuevos y se reformó el puerto. El resultado fue una ciudad más moderna y próspera.
A continuación tenéis un listado de los edificios más destacables de este periodo.
Rambla Nova
Es la avenida principal de Tarragona. Se trata de un paseo que separa la Parte Alta (o casco antiguo) de la parte baja.
A lo largo de su recorrido se concentran la gran mayoría de los edificios modernistas, como la Casa Salas, la Casa Porta Mercadé o la Casa Ximenis (de fachada colorida con motivos esgrafiados y barandas de hierro forjado anudado); del novecentismo y otras de estilo neoclásico, como el edificio del Banco de España.
También hay un buen número de comercios y terrazas donde podéis hacer una parada para descansar y tomar un vermut, o fotografiar las diversas esculturas que decoran la Rambla.
Teatro Metropol
En la misma Rambla Nova se encuentra este original y poco convencional teatro. El arquitecto Josep Maria Jujol lo estructuró como si fuera un barco: las escaleras están plagadas de peces, los pasamanos son agujas de tejer redes de pesca y las barandillas imitan perfectamente las de un navío.
Balcón del Mediterráneo
Una de las paradas obligatorias al visitar Tarragona es la que conduce al final de la Rambla Nova para, como dicen los tarraconenses, «tocar hierro».
Al llegar, os encontraréis con un enorme mirador protegido por una bonita barandilla de hierro forjado desde el que contemplaréis las aguas del Mediterráneo. La visión, a cuarenta metros sobre el nivel del mar, es espectacular y posiblemente sea la primera que tengáis del anfiteatro con la playa a sus pies.
El balcón es el punto de encuentro por excelencia de Tarragona y el lugar donde muchas parejas se citan para contemplar el juego de sombras y matices que el sol crea al atardecer.
Mercado Central
Mientras recorréis las paradas para comprar o degustar algún producto típico de la zona, os sorprenderán los detalles modernistas del edificio presentes en la cerrajería, las farolas y las rejas de los ventanales. Sin embargo, lo que más destaca son las columnas de hierro forjado que sostienen los arcos de las tres naves, proporcionando a todo el complejo una buena medida de luz natural.
Matadero
Quizás sea uno de los edificios modernistas más bellos de Tarragona. Se construyó al lado de la muralla romana a principios del siglo XX a base de mampostería y ladrillo visto. La fachada cuenta con numerosas ventanas terminadas en forma triangular y otras ciegas en la parte superior que decoran el conjunto.
Actualmente acoge el Rectorado de la Universidad Rovira i Virgili.
OTRAS ACTIVIDADES POR LA CIUDAD
Pero no todo va a ser monumentos. Tarragona también se ha ganado su encanto gracias a su entorno natural.
Después de un día recorriendo la ciudad, no hay nada mejor que relajarse en las tranquilas aguas del Mediterráneo o tumbarse en la dorada y fina arena de la playa mientras contempláis juntos la puesta de sol.
Si sois amantes de la naturaleza, disfrutaréis recorriendo el camino de ronda que bordea la costa o los diferentes itinerarios que antiguamente conectaban la ciudad con los pueblos de los alrededores. Existen 75 km de caminos señalizados para recorrer a pie, en bicicleta o a caballo.
Uno de los itinerarios más atractivos es el que recorre la ribera de los ríos Gaià y Francolí. Es una ruta larga, pero llena de tesoros: masías medievales, cúpulas modernistas, calas de ensueño… Naturaleza en estado puro.
Y como haréis paradas para descansar, os invitamos a deteneros en las barracas de los carabineros, donde ya antiguamente las parejas se sentaban para contemplar juntos el horizonte.
Otro de los lugares de Tarragona que vale la pena visitar es El Serrallo, el barrio marinero. Todo él desprende olor a mar y a pescado recién descargado en la lonja. Es encantador pasear por sus estrechas calles o recorrer el puerto y degustar un plato cocinado con los productos del mar en uno de sus muchos restaurantes.
Además, si lo visitáis de noche descubriréis que es una zona muy animada.
Por último, os mostramos una forma muy original de descubrir Tarragona: a bordo de una Vespa. La empresa Tarraco Vespa Tours, alquila estos emblemáticos vehículos de dos ruedas para que hagáis turismo sin cansaros demasiado.
A pesar de ser capital de provincia, Tarragona no se mueve al ritmo vertiginoso de otras grandes ciudades, lo que os permitirá disfrutarla sin prisas, saboreando cada paso que deis.
